Cuando conocimos a Cristina y Gonzalo, sabíamos que realizarían una boda discreta, sencilla, elegante y cargada de buen gusto.

Eligieron el mes de mayo, ya que querían disfrutar de la primavera rodeados de todos sus amigos y familiares y pensaron que La Cañada de Mónico en la sierra de Madrid, sería la mejor opción (no se equivocaron).

En la ceremonia civil lloramos y reímos a partes iguales y es que cada lectura estaba cargada de un montón de anécdotas personales que nos hicieron vivir la boda como si fuese nuestra.

Lo de la fiesta, superó todas nuestras expectativas.